jueves, 19 de febrero de 2009

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...


Ha formado parte de nosotras durante prácticamente un trimestre entero, y así también al revés; cada una se ha involucrado en la medida que le ha sido posible. Don Quijote de la Mancha. No puedo decir que me ha dejado indiferente y, reconozco que, quizás no he deseado quemarlo, como indica la novela con todos los libros de caballerías, pero esta pequeña aventura tenía que finalizar.

A parte del aprendizaje literario (evidente) que nos ha proporcionado, y como ya dije en una entrada (de mi primer blog), a muchas cosas (y personas), las juzgamos incluso sin una visión previa y únicamente por las apariencias, y en este caso ha sido (desde tiempos remotos) el armado caballero. El imposible (de leer), y porqué no, el innombrable (en todos los aspectos), ha resultado menos complejo de lo que nunca habría imaginado (teniendo en cuenta que la lectura no ha sido completa), y algunas veces ameno y sencillo sí, sencillo.

No hacen falta más palabras que las que ya contiene uno de los grandes por excelencia.

Que sea un “hasta luego”.

De cómo don Quijote cayó malo y del testamento que hizo y su muerte.

-Y con esto cumplirás con tu cristiana profesión, aconsejando bien a quien mal te quiere, y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente, como deseaba, pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que por las de mi verdadero don Quijote van ya tropezando y han de caer del todo sin duda alguna. Vale.

Que trata del curioso discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras.


Uno de los capítulos más amenos quizás, ya sea por su poca extensión,
o porque el protagonismo absoluto lo cobra don Quijote en su discurso.

(...) Pues comenzamos en el estudiante por la pobreza y sus partes, veamos si es más rico el soldado (...)

(...) Todo esto es al revés en los letrados; porque, de faldas, que no quiero decir de mangas, todos tienen en qué entretenerse (...)

(...) Y así, considerando esto, estoy por decir que en el alma me pesa de haber tomado este ejercicio de caballero andante en edad tan detestable como es esta en que ahora vivimos (...)

De la pendencia que don Quijote tuvo con el cabrero, con la rara aventura de los disciplinantes,a quien dio felice fin a costa de su sudor.

Que trata de lo que sucedió en la venta a toda la cuadrilla de don Quijote.


Cirongilio de Tracia es un libro de caballerías español, publicado por primera vez en Sevilla en 1545, con el título de Los cuatro libros del valeroso caballero Cirongilio de Tracia. Fue obra de Bernardo Pérez de Vargas, quien dedicó su obra a Diego López Pacheco,

El libro, que revela una considerable influencia del Amadís de Gaula y en algunos pasajes lo copia casi literalmente, está dividido, como el Amadís, en cuatro libros.

Cirongilio de Tracia contiene prácticamente todos los elementos y motivos típicos del género caballeresco, e incluye también una serie de motivos propios de la novela sentimental, como cartas amorosas y piezas líricas, además de extensos y sobrecargados discursos de elevado vocabulario.

El Quijote de Barcelona.


Apartóse Roque a una parte y escribió una carta a un su amigo,
a Barcelona, dándole aviso como estaba consigo el famoso don
Quijote de la Mancha, aquel caballero andante de quien tantas
cosas se decían.


Si hay una ciudad que verdaderamente ha hecho suya la gran novela de Cervantes, ésa es Barcelona. El destino, desde luego, es caprichoso, y si la segunda parte del Quijote se iniciaba con el despiste de confundir esta localidad con Bruselas a la hora de mencionar los lugares donde el libro se había ido reimprimiendo sin cesar ("si no, dígalo Portugal, Barcelona y Valencia", aseguraba el bachiller Sansón Carrasco a Don Quijote), pues por entonces todavía no había aparecido ninguna edición barcelonesa, lo cierto es que el tiempo ha venido a darle la razón.

Fragmento de un artículo publicado en el periódico “El País”, el 6/10/07, por Rafael Ramos.

martes, 17 de febrero de 2009

Después de unos días de descanso, ayer por la noche, y escuchando "Un buen castigo" de Fito y Fitipaldis, recordé, con una frase que todavía dudo si mencionar, que tengo que cerrar el blog de don Quijote. Como no estamos aquí por la nota, el "qué te metes Don Quijote pa' flipar con los molinos", no repercutirá en ella, teniendo en cuenta también la hipérbole existente en el contexto de esta entrada. Prosigo con el resumen de capítulos...