jueves, 19 de febrero de 2009

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...


Ha formado parte de nosotras durante prácticamente un trimestre entero, y así también al revés; cada una se ha involucrado en la medida que le ha sido posible. Don Quijote de la Mancha. No puedo decir que me ha dejado indiferente y, reconozco que, quizás no he deseado quemarlo, como indica la novela con todos los libros de caballerías, pero esta pequeña aventura tenía que finalizar.

A parte del aprendizaje literario (evidente) que nos ha proporcionado, y como ya dije en una entrada (de mi primer blog), a muchas cosas (y personas), las juzgamos incluso sin una visión previa y únicamente por las apariencias, y en este caso ha sido (desde tiempos remotos) el armado caballero. El imposible (de leer), y porqué no, el innombrable (en todos los aspectos), ha resultado menos complejo de lo que nunca habría imaginado (teniendo en cuenta que la lectura no ha sido completa), y algunas veces ameno y sencillo sí, sencillo.

No hacen falta más palabras que las que ya contiene uno de los grandes por excelencia.

Que sea un “hasta luego”.

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